La realidad supera a la prisión (II)


En la entrada anterior recurrimos a la teoría de juegos para entender los incentivos que tenemos las personas a la hora de contribuir al mantenimiento del Estado del Bienestar. A modo de resumen, planteamos un dilema del prisionero en el que los individuos tienden a no contribuir a la financiación de los servicios públicos. En esta entrada trataremos de aplicar nuestras conclusiones al sistema público de pensiones en España.

Actualmente el sistema público de pensiones va camino de ser insostenible. Esto se debe a que el paro es elevado (18,4% en marzo de 2017), una circunstancia que, unida a la precariedad laboral (medida ésta como la probabilidad de no encontrar trabajo o hacerlo, pero percibiendo un salario insuficiente para escapar de la pobreza) y a los bajos salarios, traen consigo una baja recaudación de impuestos.

Esta situación parece estar causada por la crisis (aunque la tasa de desempleo estructural ha subido, en nuestro análisis vamos a suponer que se sitúa en los niveles previos a 2008) y tener solución, pero en España existe un problema de fondo: la pirámide de población, es decir, la distribución por edad de los habitantes. 

Pirámide de población española y perspectivas futuras. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
Si observamos la imagen, podremos apreciar la forma de la “pirámide”, y es que el grueso de la población dentro de unos años habrá envejecido, pasando de contribuyentes a pensionistas y creando una situación parecida actual, con un número insuficiente de contribuyentes y otro muy elevado de jubilados. El sistema de pensiones está abocado a la quiebra, y las soluciones para evitarlo son elevar la edad de jubilación, reducir las pensiones, subir las cotizaciones sociales, aumentar el número de contribuyentes o cambiar de sistema.

Una vez descrita la situación del sistema público de pensiones, vamos a relacionarla con las conclusiones de la entrada anterior. Podríamos considerar un juego repetido infinitas veces, pero como comentamos anteriormente, este supuesto no parece creíble debido al envejecimiento de la población. No obstante, cabe la posibilidad de que alguna de las soluciones que hemos enumerado haga pensar a los jugadores que el juego es infinito. Repasemos las soluciones:

1. Un aumento del número de contribuyentes no parece factible, según las proyecciones del INE.

2. Un aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social podría ser posible si aumenta la productividad, los salarios y, con ello, la recaudación de impuestos. Pero si observamos la tendencia constante de los costes laborales durante los últimos años, nos damos cuenta de que esta opción no es viable. Podría considerarse un aumento del coste laboral por la coyuntura económica, pero no sería suficiente para resolver el problema.


3. Un aumento de la edad de jubilación sería la opción más viable, pero cabe la posibilidad de que ese incremento sea tan grande que los contribuyentes piensen que nunca serán beneficiarios del sistema.

4. Un aumento de impuestos que sufragara el gasto en pensiones. Este supuesto no es factible, pues los impuestos ya son muy altos (aproximadamente el 30% del total de los salarios se destina a la Seguridad Social). Además, debido a la disminución del número de cotizantes y al incremento del número de jubilados, dicho aumento debería ser tan alto que terminaría resultando inviable.

5. Reducir las pensiones sería la solución más fácil, pero con ello se desincentivaría a los contribuyentes, debido a la baja rentabilidad que les devolvería el sistema.

6. Cambiar el modelo del sistema por otro, como por ejemplo el de la mochila austriaca, en el cual las contribuciones no pagan las pensiones presentes, sino las futuras y de forma individual. Sin embargo, si se acometiera esta reforma, los individuos que estuvieran cerca de la edad de jubilación no dispondrían del tiempo suficiente para ahorrar el dinero necesario. Esto también desincentivaría a los contribuyentes.

7. Por último, una mezcla de las anteriores propuestas, aunque ni el Gobierno ni la oposición muestran interés en aplicarlas ni discutirlas, situando sus prioridades en otros asuntos.

Así, podemos decir que las pensiones, en un futuro en que el número de pensionistas sea demasiado elevado, no van a poder ser pagadas. Ello contradice la solución del juego infinito que comentábamos antes... o no. En la vida real, las personas siguen pagando impuestos pese a ser conscientes de la amenaza de que en un futuro no se paguen, es decir, que este juego no sea infinito. Los jugadores cooperan a pesar de que las evidencias son claras a favor de desertar

Es cierto que la Ley obliga a los individuos a pagar impuestos, pero la alternativa a este suceso es que se vote masivamente a partidos neoliberales que aboguen por la autogestión de los recursos de las personas, es decir, la supresión del Estado del Bienestar. Si observamos los resultados de las últimas elecciones generales y buscamos los partidos neoliberales, veremos que no forman una mayoría, más bien todo lo contrario. De los partidos que obtuvieron escaños, ninguno llevaba en su programa la eliminación del sistema de pensiones.


Entonces, ¿qué es lo que falla en el dilema del prisionero y en la teoría de juegos para que la gente siga cooperando? Podemos barajar varias hipótesis:

1. Pese a la evidencia, el conjunto de la población cree que el Gobierno salvará las pensiones a toda costa, es decir, que el juego es infinito. Pero, pensándolo bien, sabemos que no puede ser así.

2. La población no tiene los conocimientos de Economía suficientes como para darse cuenta de que el sistema de pensiones es insostenible, lo cual podría estar ligado a la primera hipótesis. Sin embargo, es cuestión de tiempo que todos nos percatemos de la verdad, fortaleciendo los incentivos a no pagar impuestos.

3. Lo más probable es que el modelo no se ajuste a las características de la sociedad española. Las personas no somos tan egoístas como los jugadores de nuestro modelo.

Por lo tanto, de este ejercicio obtenemos la misma conclusión que cuando trabajamos con otros modelos económicos: hay que tomar sus previsiones con cautela. Aunque la teoría de juegos y el análisis económico nos indiquen que el sistema público de pensiones no es sostenible debido a las tendencias demográficas y al egoísmo de los contribuyentes, la mayoría de la población está de acuerdo en buscar soluciones que garanticen el mantenimiento del sistema. Quizás otros supuestos que reflejen mejor esta actitud enriquecerían modelos como el nuestro. De momento, parece que la realidad supera a la prisión.

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