La primera de las grandes crisis: "La Fiebre de los Tulipanes"


Se considera la primera burbuja especulativa registrada aunque algunos investigadores señalan a la crisis de las monedas de 1619-1622 como anterior a la de los tulipanes. La fiebre de los tulipanes de 1637, o “tulipomanía”, fue un periodo en la Edad de Oro neerlandesa durante el cual los precios del contrato para los bulbos del tulipán, introducidos recientemente en Europa desde oriente, llegaron a experimentar niveles extraordinariamente altos para pasado poco tiempo, derrumbarse.

En el pico de la fiebre de los tulipanes de febrero de 1637, algunos bulbos de tulipán se vendieron a más de 10 veces el salario anual de un artesano experto, una auténtica exageración para aquella época. En algunas historias se habla de cambios de un único bulbo por mansiones, o por extensiones de terreno superiores a 10 hectáreas.

El tulipán es una flor originaria de Asia central. En 1593, Carolus Clusius, un experimentado botánico que cuidaba los jardines del emperador Maximiliano, decidió embellecer las propiedades de su señor e introdujo en Holanda los primeros tulipanes. Poco a poco, las clases nobles fueron coleccionándolos, convirtiéndose en un símbolo de riqueza. El uso de los tulipanes se extendió por todo el país y fue entonces cuando apareció un virus no mortal denominado  “mosaico”  que afectaba a las flores provocándoles unas franjas de colores denominadas  “llamaradas”. Este virus provocó la aparición de unas variedades raras que llevó a ver incrementado su valor acorde con su rareza.

Aunque se trataba de un mercado propio del verano, los comerciantes fueron capaces de idear un instrumento financiero muy similar a lo que hoy en día sería un mercado de futuros, denominado en la época como  “opción de compra”. Los productores prometían entregar un bulbo determinado en la época en que floreciese y los compradores adquirían un derecho de entrega. La opción tenía un sobreprecio (al encontrarnos ante un bien alcista) con respecto al mercado denominada “prima de opción”. Comenzó a convertirse en un proceso especulativo, creándose  así, un mercado para los bulbos de tulipán, donde los compradores se endeudaban con prestamistas para poder comprar y después revender los bulbos a un precio mayor. 

Pero al tratarse de un producto condicionado al devenir de las condiciones climatológicas, cuando las cosechas de 1637 fueron malas comenzaron las tensiones. Las ventas de primavera no fueron tan bien como se esperaba. Se empezó a desconfiar de las garantías que se habían aportado para adquirir tulipanes. Llegó un momento en que el precio se consideró excesivo y las órdenes de venta se sucedieron. La razón principal es que la ostentación que había dado pie a la burbuja y había generado jugosas ganancias, comenzó a derrumbarse. Los acuerdos no se respetaron y un incumplimiento siguió a otro.

En la caída, quedaron atrapados miles de pequeños ahorradores. Los inversores entraron en bancarrota y se negaron a hacer efectivas sus opciones de compra, el gobierno intentó a la desesperada un plan para liquidar todos los activos al 10 por ciento de su valor, pero sin éxito. Los precios continuaron su caída hasta que los bulbos de tulipán se equipararon al precio de una cebolla corriente.










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