"Es
la economía, estúpido" fue uno de los lemas de la campaña electoral que
llevó a Bill Clinton a la presidencia de los Estados Unidos en 1992.
A lo largo de la historia la actividad económica ha estado organizada bajo distintos sistemas, pero fue el cambalache, problemático y febril siglo XX (como cantaba Carlos Gardel en el tango) el que planteó el enfrentamiento entre los dos extremos que hoy conocemos: la economía de libre mercado y el socialismo.
Dejando a un lado las repercusiones de cada uno de estos sistemas sobre la evolución de la economía mundial (sería interesante tratarlo en otra entrada), ambos presentan tanto virtudes como defectos en términos microeconómicos. Para aprovechar las primeras y corregir los segundos la mayoría de los países han optado por un sistema económico mixto, en el que el sector privado y el público se complementan para corregir los problemas de eficiencia y equidad que puede crear cada uno de ellos por separado.
Pero entonces, si ya se ha encontrado una solución, ¿por qué continúa el debate? Porque el sistema económico perfecto no existe. Más bien, lo que se discute es dónde situarnos, más cerca del libre mercado o del Estado, aunque no hay ninguna alternativa en la que todo sean ventajas. Y es que en la Economía, como en la vida, no se puede contentar a todo el mundo.
Autor:
Manuel V. Montesinos