Educación Bilingüe: El caso de Madrid


No hace falta decir que el sistema educativo español deja mucho que desear. Todos somos conscientes de ello, pues de una manera o de otra nos vemos afectados por estas carencias. La educación no solo es (la) clave para el progreso de un país. Es una de las herramientas más poderosas para reducir la desigualdad económica en el seno de la sociedad y facilita el funcionamiento de la democracia al fomentar la estabilidad social. Nuestras altas tasas de paro juvenil y fracaso escolar, junto con los decepcionantes resultados obtenidos en los exámenes PISA vienen alertando desde hace años de la necesidad de reformas en la educación española. Pero, ¿qué dirección debemos seguir?

Tampoco sorprenderé a nadie si digo que las fronteras entre los diferentes campos de conocimiento son cada vez más difusas. Precisamente en el ámbito de la educación se observa muy bien esta tendencia hacia la interdisciplinariedad, donde no solo los pedagogos o psicólogos, sino también los economistas, tienen mucho que decir. No, no me refiero solamente a cuestiones relacionadas con la financiación de este servicio. ¿Son mejores los métodos educativos tradicionales o los modernos? ¿Es bueno segregar a los alumnos por sexos? ¿Debemos obligar a repetir curso a los estudiantes que han suspendido? Estas son algunas de las muchas preguntas a las que se intenta responder en Economía de la Educación. Como ejemplo del tipo de problemas abarcados en esta especialidad podemos fijarnos en uno de los trabajos que he leído recientemente sobre el tema aprovechando mi paso este verano por el CEMFI. En Bilingual Education: Experience from Madrid, Miguel Ruiz se centra en estudiar los efectos de la educación bilingüe sobre el desempeño académico de los estudiantes de la Comunidad de Madrid, obteniendo una serie de conclusiones que merece la pena repasar.

Presente en varios países, aparte de en aquellas comunidades autónomas españolas en las que el castellano es lengua cooficial con otras, la educación bilingüe puede presentarse bajo dos formas:
  • Submersión lingüística: situación en la que los alumnos que hablan una lengua minoritaria son educados en la lengua empleada por la mayoría de la población.
  • Inmersión lingüística: el medio de instrucción es una lengua diferente de la mayoritaria.
En estudios anteriores al de Miguel se han abordado las consecuencias positivas de este método. Por ejemplo, se ha demostrado que los estudiantes bilingües presentan más facilidades para interactuar con otras culturas y un pensamiento más flexible que los niños monolingües. Sin embargo, puede llegar a pensarse que la utilización de una lengua extranjera dificulta el aprendizaje del contenido impartido. Este es el aspecto analizado por Miguel, que evalúa la influencia del programa bilingüe en la Comunidad de Madrid sobre los conocimientos de los alumnos en las asignaturas impartidas en inglés.

El programa Madrid Comunidad Bilingüe pretende promover la adquisición y mejora de las habilidades comunicativas en inglés. Se articula a través de los centros públicos de educación primaria que participan en el proyecto, en los que se imparten tres asignaturas en inglés, mientras que Matemáticas y Lengua Española y Literatura continúan impartiéndose en castellano. El proyecto se inició en 2004, poniéndolo en marcha en 26 colegios. Este número ha crecido hasta alcanzar 352 centros públicos y 181 concertados en 2016.

Número de colegios de educación primaria y estudiantes bajo el programa Madrid Comunidad Bilingüe.
Año
2005
2007
2008
2010
2015
Colegios de educación primaria
26
122
147
206
336
Nº de alumnos
1481
10949
18439
37765
88000

La Consejería de Educación, Juventud y Deporte de la Comunidad de Madrid selecciona los colegios que participan en el proyecto atendiendo a tres criterios:
  1. Aceptación de la comunidad educativa: el consejo escolar (órgano en el que están representados la dirección del centro, el profesorado y los padres) debe estar de acuerdo con la participación del colegio en el programa.
  2. Viabilidad de la aplicación del programa: se evalúa teniendo en cuenta la experiencia del centro en la adopción de nuevos métodos educativos y programas piloto, las competencias del profesorado en lengua inglesa, número de estudiantes y clases.
  3. Igualdad geográfica: se pretende que la distribución de los centros bilingües dentro de la Comunidad de Madrid sea equilibrada. 
En 2005 el tercer criterio fue sustituido por la destreza en lengua inglesa de los docentes, que deben acreditar al menos el equivalente al nivel C1 del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas. Con tal de ayudar al cumplimiento de este requisito la Comunidad financia cursos de formación para los profesores, así como estancias en países anglófonos. También se contratan cada año nativos en lengua inglesa como ayudantes de conversación.


Distribución geográfica de los colegios bilingües en la Comunidad de Madrid (en azul, colegios públicos; en rojo, colegios concertados; en marrón, centros de educación secundaria).
 
Por otro lado, cada año en la Comunidad de Madrid se realiza el examen Conocimientos y Destrezas Indispensables (CDI). Se trata de una prueba estandarizada que pasan los alumnos de sexto de primaria y de tercero de ESO de todos los centros (públicos, concertados y privados). Para su estudio, Miguel toma las notas de Matemáticas, Lengua y Ciencias de esta prueba entre los años 2013 y 2015, aunque las del periodo 2009-2011 también son utilizadas en varios tests para comprobar la veracidad de los resultados obtenidos. Todos los alumnos, incluyendo los de colegios bilingües, hacen esta prueba en castellano.

Miguel divide la muestra empleada en dos grupos. El grupo de tratamiento es aquel al que se aplica el tratamiento o factor testado, en este caso los colegios que no eran bilingües en 2013 y lo son en 2015. Mientras tanto, el grupo de control, en el que no se aplica el factor testado, está formado por los colegios que no son bilingües en ninguno de los dos años. A partir de aquí se construye un modelo económico en el que se explica la nota obtenida por los estudiantes en los CDI a través de varios factores: colegio en el que están matriculados, año de realización del CDI, características personales (edad, género y nacionalidad) y, por supuesto, si estudian en un centro bilingüe. La estimación de la influencia de cada una de estas variables sobre las notas arroja unas conclusiones muy interesantes.

Para empezar, se detecta un impacto negativo y estadísticamente significativo sobre la nota de Ciencias de los alumnos bilingües, que ellos estudian en inglés. Mientras tanto, el impacto sobre las notas de Lengua y Matemáticas, impartidas en español, no es estadísticamente significativo. Además, dicho impacto es más fuerte entre los alumnos situados alrededor de la mitad de la distribución según notas que en las colas, es decir, más fuerte para la mayoría.

Al estimar el modelo utilizando índices sobre aspectos más específicos del contenido impartido, observamos también un efecto negativo y significativo cuando excluimos las preguntas intensas en vocabulario o relativas a Geografía. De esta manera, se puede decir que el deterioro de las notas de Ciencias se debe a carencias de los alumnos en los contenidos, no a una falta de vocabulario específico en castellano como podemos imaginar en un primer momento. 

En definitiva, la educación bilingüe empeora el desempeño de los estudiantes en las asignaturas impartidas en inglés. Por el contrario, en las asignaturas en castellano no hay efectos significativos. Los tests que aplica Miguel modificando el modelo y empleando otros métodos de estimación confirman estos resultados.

No obstante, al igual que cualquier otro modelo económico, este tiene varias limitaciones. En primer lugar, aparte de que los índices construidos para el estudio son incapaces de recoger aspectos demasiado sutiles, las estimaciones podrían estar sesgadas por la movilidad de los padres. Los padres pertenecientes a un estatus socioeconómico más alto tienen más flexibilidad en este sentido, pudiendo situar su vivienda estratégicamente dependiendo del colegio en el que desean matricular a sus hijos. Al ser hijos de familias con más recursos económicos o donde los padres están más formados, los resultados de los alumnos de los colegios bilingües pueden estar sesgados hacia arriba. Miguel adapta el modelo para evitar este error, así como el derivado de la movilidad hacia centros no bilingües de los estudiantes que deben repetir curso. Lo que escapa al modelo es la influencia de aquellos estudiantes que cambian de centro al tener notas bajas, aunque no lo suficiente como para repetir.

Asimismo, la presencia de ayudantes de conversación en el aula es una forma de introducir métodos educativos más modernos que los tradicionales, lo que también podría estar influyendo en el desempeño de los alumnos.

Por último, debemos tener en cuenta que las consecuencias a largo plazo del programa escapan de este análisis. Por ejemplo, es posible que con su extensión a un número de centros cada vez mayor descienda la calidad de la enseñanza debido a la necesidad de contratar más profesores, lo que exigiría relajar los requisitos para formar parte del programa. Y por supuesto, a pesar de la conclusión negativa que puede derivarse de este trabajo, no debemos perder de vista que el principal objetivo del programa bilingüe es el desarrollo de las competencias comunicativas en inglés. Comprobar en qué medida este se ha cumplido está fuera del interés de este estudio.

Llegado a este punto, el lector se preguntará dónde está la Economía en todo esto. No se preocupe, no le he engañado. Recuerde que lo que distingue a los economistas no son sus preocupaciones (prácticamente las mismas que las de otros científicos sociales como los politólogos o los psicólogos), sino los métodos que aplican, su manera de examinar los hechos. El diseño de modelos, la utilización de la Econometría o conceptos como las preferencias o los incentivos se presentan como herramientas muy poderosas para entender el mundo que nos rodea.

En cualquier caso, repasar las conclusiones de investigaciones como la de Miguel me parece un ejercicio muy sano que debería practicar con frecuencia todo aquel que pretenda hablar con rigor sobre cualquier tema... y que no estaría mal volver a repetir otro día aquí en Hablamos?.

Autor:
Manuel V. Montesinos