Esta va a ser la primera de una
serie de publicaciones cuyo objetivo individual será comprobar con los datos en
la mano, el comportamiento económico
de los distintos estados miembros de la Unión Europea en un espacio temporal
que comenzará en el año 2000, o quizá más atrás en función de la naturaleza de
lo que estudiemos en cada momento, y abarcará hasta la actualidad. Mi objetivo
general es, mediante estos análisis enfocados en la historia reciente de la UE,
conocer el contexto en el que se
encuentra la misma, conocer sus equilibrios
e inestabilidades y de esa forma saber hacia qué dirección nos dirigimos. En
esta introducción voy a comenzar hablando de un valor al cual recurriré con
frecuencia y es el PIB a precios de
mercado. Este dato y su evolución a lo largo del tiempo nos permite conocer
el crecimiento o decrecimiento
(expansiones o crisis) que ha experimentado una economía. En este caso,
hablamos del referente a la Unión
Europea en términos totales (28 países). Estos datos están a nuestra plena
disposición en el “DataBase” de Eurostat, por lo que su
extracción no supone un problema. Hago referencia a dicha utilidad porque para
entender los datos que vamos a tratar en estas publicaciones, lo primero y más
importante es conocer el contexto en el que se desarrollaron. Una vez
extraídos, hay varias maneras de conocer las
tendencias de una variable. Una es calculando los logaritmos de cada unidad de tiempo (en este caso, cada año) debido
a que la naturaleza de estos nos permite observar
la tendencia de una variable en el tiempo amortiguando las fluctuaciones que ha podido tener debido a
variaciones puntuales. Otra es simplemente calculando u obteniendo las tasas de variación de cada periodo.
Lo que nos permite conocer más exactamente (sin amortiguamientos) las
variaciones relativas experimentadas por, en este caso, el Producto Interior Bruto.
Una vez extraemos
estos datos para los años comprendidos entre
2000 y 2015, y calculamos tanto las tasas de variación como los logaritmos,
podemos visualizarlos en los gráficos que añado más abajo (G.1 y G.2). Se
pueden distinguir tres periodos claros: El
primero, abarca desde el 2000 (excluyendo
su comienzo real, el cual podría ser a mediados de los 90) hasta poco antes de la llegada oficial de la crisis, en 2007.
El
segundo comenzaría en ese año para terminar sobre 2009, lo que se podría calificar de periodo de saneamiento. En el
tercero, que empieza en 2010 y es en el que nos encontramos actualmente, se
ha vuelto a la senda del crecimiento.
Con estos datos, uno podría
pensar que el PIB de toda la UE es un dato demasiado
general para hablar de la tendencia de cada
país a lo largo de este periodo. Sin entrar demasiado en los datos
concretos para cada año, y tomando como
referencia el inicio de esta última etapa, podemos observar en el gráfico
de abajo (G.3) datos referentes al PIB per cápita (PIBpc). Este dato es uno de los más utilizados para medir el crecimiento en el ámbito económico
estrictamente. Gracias a él, podemos ver que la UE se encuentra en una senda de crecimiento y expansión salvo
una única excepción. Si observan el
gráfico mencionado, verán que no hay ningún Estado en los ejes del mismo. Eso
es porque en estos momentos lo único importante es comprobar la afirmación que
hemos realizado. En las columnas podemos observar el índice del PIBpc de 2015
en datos índice con base en 2010 de ese mismo dato para cada país. Ello revela
que todos los países salvo 5
(Italia, España, Croacia, Chipre y Grecia) tienen unos niveles de PIBpc por encima de los registrados en 2010.
Los puntos naranjas indican, mediante el eje del lado derecho del gráfico, la
tasa de variación del mismo dato entre 2014 y 2015. Esto nos permite ver que sólo un país de la UE mantiene unas tasas de crecimiento del
PIBpc negativas. Las líneas roja y
amarilla indican el eje que separa
las dos posibles situaciones (Expansión y Crecimiento / Crisis y Decrecimiento)
en cada una delas dos variables antes explicadas. Con todos estos datos, sólo un país contempla una situación
diferente a lo mostrado en los gráficos G.1 y G.2, y es Grecia. En este sentido, tendremos cuidado al hablar de la
situación del país heleno en las posteriores extensiones de esta serie.
Partiendo de estas bases, todas y
cada una de las entradas enmarcadas dentro de esta serie analizarán la economía
europea teniendo estas tres etapas
claramente diferenciadas como hoja de ruta, tratando de poner sentido a los
datos que vayamos encontrando. Por lo tanto, cualquier comportamiento que
indique cambios de tendencia habrá que contextualizarlo dentro de estos tres
bloques, los cuales ya nos dejan ver de antemano las tres fases por las que
hemos pasado desde el comienzo de este Siglo XXI. Muchos son los datos que
pueden alumbrarnos en este terreno
supranacional, pero con tiempo y criterio podremos sacar grandes
conclusiones. En la próxima entrega de esta serie, hablaré sobre los ingresos impositivos y su evolución
durante estas tres etapas. ¿Cómo queda España
en este contexto? ¿Los miembros de la Unión Europea siguen una directriz común sobre cómo gestionar dichos ingresos? ¿O
realmente el término “unión” no es
aplicable en este ámbito? Todas estas preguntas y otras muchas serán
resueltas en la próxima entrega de esta serie. Hasta entonces, nada más que
añadir.