El apalancamiento financiero (en inglés leverage) es la utilización de deuda en una inversión. Nos permite invertir más de lo que tenemos, de forma que podemos incrementar exponencialmente nuestras ganancias, pero también perder más de lo inicialmente invertido, por lo que es necesario un fuerte control del riesgo.
Por ejemplo, si queremos realizar una operación en bolsa por 100.000 USD. Las acciones aumentan de precio y las vendemos un mes más tarde por 150.000 USD. Imaginemos que de esos 100.000 iniciales nosotros hemos puesto 20.000 y el banco nos ha prestado a crédito 80.000, cobrando un interés mensual del 10%., por lo que tenemos que pagar un interés de 8.000 USD. Nuestra ganancia sería: 150.000 - 80.000 - 20.000 - 8.000 = 42.000 USD, habiendo invertido solo 20.000 USD de fondos propios. La rentabilidad es del 210%.
Si, por el contrario, las acciones disminuyen su precio y las vendemos un mes más tarde por 70.000, nuestra pérdida sería: 70.000 - 80.000 - 20.000 - 8.000 = - 38.000 USD. Es decir, no solamente hemos perdido nuestros 20.000 iniciales, sino que tras devolver el crédito y pagar el interés nos hemos quedado con una deuda de 38.000 USD, hemos caído en la insolvencia.
El apalancamiento se mide en un ratio entre capital propio y crédito. Por ejemplo, si tengo 1.000 EUR y quiero operar por un valor de 200.000 EUR, necesito un apalancamiento de 1:200. Por cada 1 EUR propio, me dan 200 de crédito. Si la inversión va mal, podemos disminuir nuestro ratio de apalancamiento antes de generar más pérdidas pagando parte de la deuda.
En conclusión, cierto nivel de apalancamiento es bueno porque nos permite acceder a inversiones fuera del alcance de nuestros fondos propios, ya que aumentamos nuestra exposición con fondos que nos han prestado (deuda), pero tenemos que evaluar con especial detalle qué riesgos queremos asumir y si la rentabilidad esperada cubre el coste de la deuda que vamos a contraer.