Hoy hacemos un breve repaso a la enorme variedad de fondos de inversión - también llamados fondos mutos - que hay en el mercado y cuáles son sus características principales. En este artículo nos referimos a estilos de gestión y no a tipos de activo (fondos de renta fija, de renta variable, mixtos, monetarios, fondos de fondos, inmobiliarios...).
Fondos de retorno absoluto. Obtienen los mismos resultados con independencia de las circunstancias del mercado, mediante activos que no tienen correlación entre sí. De esta forma, un fondo de retorno absoluto debería tener la misma performance en un entorno alcista que bajista, y mantener la rentabilidad baja en todo momento. Están bastante enfocados a evitar el riesgo.
Fondos de retorno total. Tienen un objetivo de rentabilidad, además de la conservación del patrimonio. A diferencia de los fondos de retorno absoluto, están sujetos a los vaivenes del mercado.
Fondos acumulativos o de capitalización. En estos fondos, los dividendos o rentas que reparten los activos incluidos en el fondo (acciones, bonos, CFDs...) pasan a reinvertirse automáticamente en el propio fondo, aprovechando de esta manera el potencial del interés compuesto. Una de las ventajas fiscales más importantes de los fondos es que solo se tributa si se reembolsa (vende, deshace) la inversión, pero no si se reinvierte la cantidad en otro fondo (traspaso).
Fondos de reparto. En vez de capitalizar las rentas como el fondo acumulativo, el fondo de reparto directamente paga al inversor el fruto de los activos que gestiona el fondo (dividendos, cupones, etc.). Esta gestión permite al inversor ir recuperando su inversión más rápido, pero también tendrá que tributar por estos beneficios que obtenga.
Fondos de reparto de rentas. Una variante más agresiva que el fondo de reparto, y que consiste en que el fondo garantiza el pago de unas rentas acordadas (ya sean fijas o variables) en vez de los frutos que generen los activos. Si el fondo no puede pagar las rentas, venderá parte de sus activos, por lo que el inconveniente fiscal es más grave: no sólo hay que tributar por las rentas en sí, sino por el reembolso de participaciones que nos ha hecho el fondo.
Fondos garantizados. La entidad gestora asegura al inversor la recuperación total o parcial de su inversión en una fecha concreta. El objetivo es alcanzar una determinada rentabilidad una vez llegue esta fecha, siempre y cuando el inversor mantenga la liquidez. Si además tenemos en cuenta la fiscalidad de los fondos, son una alternativa frecuente a los planes de pensiones. Sin embargo, no es uno de los productos más eficientes para el cliente, porque la forma de garantizar del emisor es comprando opciones por su cuenta, suscribiendo primas de seguro, fortaleciendo sus propios productos y cubriéndose asumiendo más costes que los que probablemente asumiría el cliente.
Fondo de gestión pasiva o indexados. La estrategia es replicar lo más fielmente posible un determinado índice que se usa como referencia (benchmark). Normalmente no reproducen con exactitud total todos los títulos que compone el índice, sino que seleccionan ciertos activos representantivos para ahorrar costes y facilitar la actualización. Ofrecen al inversor una buena diversificación y a un coste infinitamente más bajo que si invirtieran ellos en el benchmark a título particular (tendrían que comprar cada uno de los títulos por su cuenta). Normalmente están totalmente invertidos y mantienen una liquidez mínima.
Fondo de gestión activa o gestionados. El objetivo es superar al benchmark y obtener un alfa (el alfa de Jensen mide la capacidad de un gestor para generar rentabilidad teniendo en cuenta el riesgo sistemático) más elevado. Es decir, asumiendo el mismo riesgo que el benchmark, el fondo de gestión activa idealmente obtiene una rentabilidad superior. Hay un constante debate entre los partidarios de la gestión pasiva y activa (igual que entre el análisis técnico y el fundamental).
Fondos cotizados (ETF). Es un fondo que además cotiza en los mercados financieros, por lo que obtenemos la flexibilidad de las acciones pero con la posibilidad de invertir por tipo de activo, por sector geográfico, por industria... Cuando queramos deshacer la posición, simplemente lo hacemos en el mercado de valores directamente, solo nos interesa la cotización y no el valor liquidativo del fondo. De esta manera ganamos la flexibilidad de no tener que esperar a que "liquide" el fondo, que puede tardar varios días dependiendo del producto, ya que no todos los fondos garantizan la misma liquidez. Además, podemos abrir posiciones cortas a través de los ETFs inversos, pero suele haber menor contrapartida.
Fondos globales. Son fondos que no están obligados a fijar de antemano la composición de sus activos y divisas: si van a recurrir a renta variable o fija, sectores geográficos o económicos, las divisas que utilizan... Cuando se constituye un fondo, se establece la estrategia de inversión a seguir, que se delimita siguiendo unos porcentajes dependiendo de si es más conservador, más arriesgado, etc. Un fondo global no tiene la obligación de delimitarse en este sentido, pero ello no quiere decir que responda necesariamente a un perfil dinámico.
Fondo de inversión libre, de cobertura o hedge fund. Como ya detallamos en otra entrada, un hedge fund no es un estilo concreto de gestión, sino que es un fondo que disfruta de una gran libertad para sus inversiones, sin que ello implique ausencia de estrategia, sino más bien la búsqueda de rentabilidades absolutas y no la réplica o mejora de referencias externas.
Fondo de venture capital o capital riesgo. Estos fondos invierten en start-ups, financiándolas mediante la compra de sus activos. Normalmente el fondo se retira de la inversión y reparte los beneficios una vez que la empresa ha madurado. Un fondo de capital riesgo puede participar en empresas cotizadas siempre y cuando se retire a los doce meses como máximo, como fue el caso de Twitter (¿hasta qué punto una empresa que cotiza en bolsa es una start-up?). El fondo valorará el plan de negocio, el riesgo y el potencial de crecimiento de los proyectos que solicitan su financiación.
Fondo de private equity o capital riesgo. (El término capital riesgo abarca tanto private equity como venture capital). Se invierte en todo tipo de compañías, no tienen por qué ser start-ups, pero sí con un buen potencial de crecimiento. Mientras que el venture capital se centra en permitir que despegue una nueva empresa, los fondos de private equity normalmente compran porcentajes muy altos o la empresa entera. Por tanto, podríamos diferenciar ambas "variantes" del capital riesgo en que el venture capital hace muchas operaciones pequeñas y el private equity hace pocas pero muy importantes.
Fondo de private equity o capital riesgo. (El término capital riesgo abarca tanto private equity como venture capital). Se invierte en todo tipo de compañías, no tienen por qué ser start-ups, pero sí con un buen potencial de crecimiento. Mientras que el venture capital se centra en permitir que despegue una nueva empresa, los fondos de private equity normalmente compran porcentajes muy altos o la empresa entera. Por tanto, podríamos diferenciar ambas "variantes" del capital riesgo en que el venture capital hace muchas operaciones pequeñas y el private equity hace pocas pero muy importantes.
Fondos buitre o de oportunidad. Son fondos de capital riesgo o buitre cuya estrategia consiste en comprar la deuda de emisores al borde de la quiebra. De esta forma consiguen los títulos a un valor muy inferior al nominal, y pasados varios meses acuden a los tribunales para intentar cobrar el nominal total o parcialmente. Suelen estar participados por grandes empresas y millonarios, ya que cada inversión requiere mucho tiempo para dar rentabilidad. Son conocidos por haber permitido acabar con la suspensión de pagos en Argentina y Grecia, entre otros.